Encomendados al ruido rosa.

No Comments

Encomendados al ruido rosa

El sonómetro captó el nivel de decibelios en la pista de baile y en las habitaciones de matrimonio de los vecinos
Ayer tarde, el ruido volvió a cuatro locales de ocio de la plaza de Albatros. Pero no era música dentro de los bares ni gente hablando a las puertas mientras fuma un cigarro o toma el fresco. Ayer tarde, la Madrila descubrió el ruido rosa.
Ese concepto es la clave del asunto que ayer, a la hora taurina, reunió a una docena de personas en el epicentro del epicentro de la movida nocturna cacereña. El ruido rosa es lo que sale por los altavoces de un bar o una discoteca cuando en ella se hace una prueba de ruidos como la que ayer se realizó en cuatro establecimientos: Barroco, Latinos, Pasadena y Shutdown.
A las cinco y cinco de la tarde, José Gil, ingeniero técnico industrial, entró con su trípode y su sonómetro y los colocó en el centro del Latinos. No por capricho, sino porque se supone que ese es el lugar en el que el nivel de decibelios es más alto, al confluir el sonido procedente de los cuatro bafles. En el puesto del pinchadiscos, un técnico de la empresa Gestión y Control de Ruidos de Extremadura, con sede en Villanueva de la Serena, colocó un cedé y le dio al ‘play’. «A los que estáis aquí dentro -previno José Gil-, os aviso de que aquí va a haber ahora un mucho ruido».
La clave de los 96 decibelios
En concreto, 96 decibelios de ruido rosa. O lo que es lo mismo, 96 decibelios de un sonido indefinible, que no se parece a nada conocido, si acaso a algo así como un murmullo multiplicado por infinito. Efectivamente, el ruido rosa a 96 decibelios despierta un rotundo deseo de abandonar el bar incluso al más animoso. Una vez fuera, con la puerta cerrada, hay que acercar el oído para percibir que ahí dentro suena algo. Al menos en el caso del Latinos.
Según los técnicos, el ruido rosa es la fuente sonora habitual en este tipo de mediciones. Según Emiliano, que lleva 22 años yéndose a Garrovillas cada fin de semana, a la casa que le han dejado sus suegros, eso no vale para nada. Él vive en un piso primero, encima de siete establecimientos abiertos por la noche: Machiavelo, Pans and Company, Shutdown, Faunos, Dipa’s, Sugar y Manchester. «¿Y cuándo ponen la música?», preguntaba Emiliano mientras el ruido rosa sonaba en el Faunos. «No van a ponerla, la prueba se hace con ese sonido», se le aclaraba. «¡Ah! No no -reacciona al instante-. Que pongan el ‘pum pum’, alguna canción de esas que yo ya me he aprendido».
Según la explicación técnica, con música en lugar de ruido rosa es altamente improbable que el sonómetro recogiese una cantidad ni siquiera cercana a los 96 decibelios, que tampoco se pusieron ayer por capricho. La norma establece un nivel mínimo al que hay que hacer la simulación. Esa cifra depende de la licencia que tenga el establecimiento, y son 95 decibelios para los pubs y bares con música y 105 en las salas de fiesta y discotecas. «Con la música a 95 -explica uno de los técnicos-, los altavoces empezarían a rajarse».
Con el ruido saliendo por los altavoces del local, José Gil subió a un piso del primer piso y a otro del séptimo y colocó el sonómetro. También lo hizo con el equipo de música apagado, para poder diferenciar entre el ruido que llega a la vivienda cuando hay movida nocturna y el que se percibe durante el resto del día. Repitió la operación en los otros locales y sus viviendas colindantes, como marca la norma.
En el caso del Latinos, el acta levantada ayer por el técnico contratado por los dueños de ese bar y otros dos -cada uno de ellos pagará casi mil euros por la prueba- reflejó los datos que se detallan a continuación.
Sin ruido procedente del local, en el primer piso se registran entre 22,1 y 23,8 decibelios en la habitación de matrimonio y de 21,8 a 22,9 en el baño principal. Con el aparato de música del Latinos a 96 decibelios, al dormitorio llegan entre 26,9 y 27,7, y al aseo, de 26,3 a 26,6. En el caso del séptimo piso -uno de los denunciantes- entre 19,9 y 20,8 en la habitación de matrimonio cuando sin ruido rosa, y de 20,4 a 21,7 con él.
Cuando el Seprona midió en este piso, entre noviembre y diciembre del año 2009 -por entonces, alguno de los locales ahora cerrados no estaba insonorizado y ahora sí-, con puertas y ventanas cerradas, los niveles registrados fueron tres veces mayores. En concreto, entre 75,5 y 79 decibelios en la terraza y entre 54,5 y 57,8 en el dormitorio (teniendo en cuenta ya el ruido de fondo y aplicando los factores correctores oportunos). En ese mismo informe de la Guardia Civil se especifica que «según se desprende de la denuncia presentada, el foco emisor emana principalmente de la concentración de personas en la vía pública».
Si entre la amplia legislación en materia de ruidos que hay, se elige la ordenanza municipal, hay que advertir que el tope de decibelios que puede llegar al dormitorio de una casa en horario de noche (de 23 a 7 horas) es de 25 decibelios. Sin embargo, uno de los abogados de los locales de ocio apuntaba ayer que el tope son 30.
Tanto Ángel Luis Aparicio, que defiende los intereses de Barroco y Pasadena, como Fernando Rodríguez, letrado de Latinos y Shutdown, estuvieron ayer presentes mientras la empresa contratada por sus defendidos realizaba las pruebas previamente autorizadas por la jueza del número seis. También acudió el arquitecto Antonio Ibarra, contratado por la Asociación Cacereños contra el Ruido, a la que los locales invitaron a participar en las pruebas. El cometido de Ibarra fue examinar cómo se realizaban las mediciones.
Hoy o mañana, el ingeniero técnico industrial José Gil firmará un informe visado por el Colegio Oficial, que la defensa de los propietarios de estos cuatro locales utilizará como argumento para su tesis de que los equipos de música de esos establecimientos no emiten más decibelios de los que permite la ley.
Los otros cuatro negocios cerrados de forma cautelar esperarán a las mediciones de los técnicos de la Junta de Extremadura. Ellos volverán a colocar el sonómetro en los locales de La Madrila. Queda por despejar la incógnita de si también pondrán el ruido rosa.

Cómo acorralar al ruido

No Comments

Las viviendas anteriores al año 2009 se construyeron sin criterios acústicos y soportan demasiados decibelios

Operario trabajando en las obras realizadas en una calle de Sevilla. / PÉREZ CABO

El ruido es una de esas epidemias que atenaza y amenaza al mundo civilizado. Y, sin embargo, la calidad acústica en la edificación es un concepto al que no se ha prestado atención hasta hace unos pocos años.

Hasta 2009 -año en el que entra en vigor el Documento Básico de Protección Frente al Ruido, como parte del nuevo Código Técnico de la Edificación-, todas las viviendas se habían construido sin atender a criterios acústicos. «Hay que tener en cuenta que la normativa previa, del año 1988, era muy poco restrictiva y permitía que las casas soportasen demasiado ruido en su interior», dice Penélope González, responsable del Departamento Técnico de Ursa Ibérica. Así, cerca del 60% de los pisos españoles tiene «paredes de papel».

A partir de 2009 se elevan las exigencias en acústica. Y, aunque las viviendas que se construyen en la actualidad están bien aisladas frente al ruido, «todavía tenemos camino que recorrer para igualarnos con el resto de Europa», indica González.

En España tres de cada diez ciudadanos padece en sus casas ruidos procedentes del exterior (tiendas, bares, obras e infraestructuras de transporte cercanas al domicilio, como aeropuertos, carreteras y autobuses). No menos molestos son los generados por los propios vecinos: ronquidos, gritos, pisadas, golpes, sillas que se mueven, programas de televisión, instrumentos musicales… Y los que provocan las instalaciones de la finca (ascensores, cierres o puertas).

Cerca del 60% de las casas españolas carece de aislamiento acústico

Hay distintos tipos de ruidos. Por ejemplo, «el de impacto es el producido en un forjado por las pisadas, caídas de objetos o arrastre de muebles ocasionados en la vivienda superior y percibidos en la inferior. Pero dicha percepción no solamente está producida por la acción directa sobre el forjado, sino también por las vibraciones que se transmiten a la tabiquería del piso inferior, al estar ambas particiones en contacto y sin ningún elemento que las aísle entre sí», explica Dasil Fernández, del departamento de I+D de Knauf Sucursal en España.

En general, las legislaciones europeas marcan el límite de 65 decibelios durante el día y 55 de noche. A partir de 75 decibelios se considera que la contaminación acústica es severa y que puede afectar a la calidad de vida de los ocupantes de la vivienda, cuenta González. Y a su salud, porque provoca trastornos del sueño, estrés, irritabilidad y alteraciones del ritmo cardíaco.

Eliminar el ruido por completo es casi imposible. Hay que tener en cuenta que si no se actúa en el foco que lo emite -por ejemplo, en la vivienda del vecino-, el remedio quedará algo cojo. La solución más eficaz pasa por insonorizar directamente la superficie del vecino con la instalación de un suelo flotante (que no está sujeto) con elementos aislantes. Pero como eso no suele ser posible, «con el aislamiento de nuestro piso, conseguiremos una reducción muy importante del ruido», según Ursa Ibérica.

La actuación consiste en colocar un techo suspendido que permite alojar en su interior el aislamiento con un sistema antivibratorio que conseguirá reducir el ruido. Si esto no es suficiente, habría que completar la obra interviniendo en las paredes con trasdosados autoportantes de placa de yeso laminado, es decir, crear una cámara de aire entre el muro soporte y la placa y rellenarla con material aislante, indican en Knauf Sucursal en España.

Insonorizar un dormitorio cuesta entre 19 y 24 euros por metro cuadrado

¿En cuánto es posible reducir la contaminación acústica? Depende de la solución constructiva. «El problema del ruido es que se escapa por diferentes medios y en muchas ocasiones para evitar un determinado ruido se debe realizar una rehabilitación integral del inmueble, ya que aislando una única pared puede que no se solucione el problema», cuenta González.

De momento, colocando en la pared del usuario afectado placa metálica, lana mineral y placa de yeso se mejora un 30% el aislamiento acústico. En la práctica, «dejaremos de oír roncar al vecino, los programas de televisión o la cadena de radio. No obstante, todo depende del nivel de ruido que emita el vecino y de la sensibilidad del afectado», explica Fernández.

Hay que tener en cuenta que con esta obra se pierde algo de espacio en la habitación, aunque es prácticamente imperceptible. Por ejemplo, colocando un aislante de 4,5 centímetros y una placa de yeso de 1,5 (seis centímetros) en una pared de unos dos metros, el espacio que se pierde es el equivalente a una mesita de teléfono (35×35). Actualmente los precios para insonorizar el dormitorio de un piso están entre 19 y 24 euros por metro cuadrado.

http://economia.elpais.com/economia/2015/02/06/vivienda/1423221010_981514.html

El ruido, un problema real

No Comments

Es la principal fuente de contaminación ambiental de las ciudades. El Día Mundial contra el Ruido se celebra el 29 de abril

El tráfico –mayor fuente de contaminación acústica–, las maquinarias de obras públicas, bares y restaurantes son algunos de los agentes de ruido en las ciudades españolas. Es más, el ruido es el principal problema ambiental al que nos enfrentamos los ciudadanos en nuestro día a día, según ha concluido un estudio elaborado por 0i2 –especialistas en el cuidado de la audición– con motivo de la celebración del Día Mundial Contra el Ruido el próximo 29 de abril.

«Los españoles creen que es un problema que se coloca delante de la contaminación del aire; la suciedad en las calles; la falta de parques y jardines, y el olor desagradable». «El 27% de los españoles también apunta a que el exceso de ruido le produce malestar y estrés. Y uno de cada cinco encuestados manifiesta que sufre pérdida de concentración por culpa de los excesos de contaminación acústica», según se explica en un comunicado.

La buena noticia, continúan los expertos, es que «la mitad de los españoles contribuye en su casa a reducir la contaminación acústica bajando el volumen de sus aparatos electrónicos». En la investigación han participado 800 sujetos entre 18 y 65 años.

http://elpais.com/elpais/2015/04/23/buenavida/1429802364_694542.html